Raúl Gutiérrez Sebastián es licenciado en Psicología con Especialidad Clínica y Doctorando en Psicología por la Universidad de Zaragoza. Terapeuta Familiar acreditado por la FEATF, Psicoterapeuta Docente y Supervisor Clínico acreditado por la FEAP. Es autor de diversas publicaciones técnico-profesionales relacionadas con adolescencia y familia, autor de la investigación publicada en Octaedro «Explorando el Tsunami relacional de la violencia filioparental» y coautor del «Manual de psicoterapia de Vinculación Emocional Validante.
En la entrevista hablamos sobre la mentalización en la adolescente que Raúl lo define de forma sencilla con la siguiente pregunta, ¿cómo nos concebimos y pensamos a nosotros mismos y a los demás? ¿Qué imagino yo cuando estoy contigo? Hacerse preguntas ayuda mucho, ¿cómo puedo imaginar que te sientes tú? Mentalizar es un concepto que se investiga desde hace más de veinte años, uno de sus autores principales es Peter Fonagy que explica la mentalización como “un proceso de representación mental a través del cual llegamos a concebirnos a nosotros mismos y a los demás como poseedores de estados mentales”.
Las personas nos construimos en el seno de las relaciones
Las personas nos construimos en el seno de las relaciones, concebimos el mundo por medio de las relaciones, le damos un sentido a lo que nos pasa cuando los demás nos ayudan a entenderlo. Un bebé, por ejemplo, no sabe qué es que le duela la tripa, pero si cuando le duele sus figuras cuidadoras se lo explican, acaba entendiendo que tiene un sentido lo que le pasa. Son los cuidadores principales los que dan sentido y nombran lo que nos sucede, por eso, en el seno de una relación entendemos lo que nos pasa cuando nos acompañan y dan sentido a lo que sentimos. Por lo tanto, sabemos que estamos mentalizando cuando “yo entiendo, imagino y siento lo que puede estar sintiendo el niño y lo vamos trabajando en la relación”.
Respuesta prefrontal a un estado "amigdalar
Todas las personas nos manejamos en cuatro dimensiones que Raúl me explica de forma resumida. La primera es la cognitivo-emocional, ¿cómo soy capaz de pensar? La segunda tiene que ver con pensarse, ¿cómo yo me pienso a mí mismo y pienso a los demás? La tercera tiene que ver con lo interno y lo externo, es decir, si soy sensible a lo que otros piensan o solo me centro en lo observable. Y el cuarto, está relacionado con la impulsividad o la reflexividad. Para entenderlo mejor me pone un ejemplo, si un niño se enfada, el adulto no puede entrar en la misma intensidad, necesita un adulto que sea capaz de entrar en la calma, para lograrlo, se puede tomar consciencia desde dónde me está hablando y desde dónde lo hago yo. Al final se trata de poder responder desde nuestro prefrontal a un niño o niña que está en un estado «amigdalar».
Mentalizar es pensar qué necesitan
En una sencilla frase Raúl describe muy bien la diferencia entre las necesidades de la infancia y adolescencia, “una cosa es un niño que necesita madurar en el seno de la relación familiar y otra un adolescente con el que necesitamos hilar muy fino para ver qué necesita”.
Cada persona tiene que buscar su formato para sentirse mejor. No se le puede decir a nadie qué tiene que hacer para regularse, pero cada uno puede buscar qué es lo que le sienta bien para relacionarse de forma mucho más positiva.La adolescencia es un periodo que se mueve entre la angustia de dejar la infancia y la entrada a la vida adulta, el arte de mirar al adolescente radica en hilar fino entre las necesidades que tiene y ponerlo al servicio de la relación. Mentalizar-les es pensar qué pueden necesitar en cada momento, debemos tener claro que el adolescentes no está al servicio ni de mi ego ni de mi narcisismo.
La primera línea somos los padres
Hemos hablado de la importancia de la mentalización, de crear apegos seguros y de construir relaciones saludables, pero cuando se dan apegos desorganizados suele ser necesario sanar algunas relaciones que han generado sufrimiento. Algunos adolescentes dependen de personas que a la vez temen, que les han hecho daño o que no les han provisto de experiencias y por eso más que crear vínculos positivos, se trata de construir alianzas porque los vínculos los viven como amenazantes.
Termina la entrevista aportando una reflexión muy interesante y es que sin un trabajo previo realizado en el seno de la familia bientratante, el adolescente no se puede beneficiar de un trabajo terapéutico, no se trata de llevar al hijo al terapeuta para que le ayuden sino de hacer todo lo posible dentro de la familia cuando crees que una situación te supera, preguntarles, ¿ qué te parece si vamos juntos a un lugar donde nos pueden orientar a los dos? Esto es acompañar y contener al adolescente, darle un valor y considerarlo. La primera línea somos los padres y cuando no podemos con la situación, hay que pedir ayuda, pero siempre considerando al adolescente, ¿te parece si vamos a un sitio donde nos puedan ayudar a los dos?