Maritchu Seitún es psicóloga argentina especializada en crianza. Trabaja con familias, en entrevistas de orientación. Publicó los libros «Criar hijos confiados, motivados y seguros», «Capacitación emocional para la familia», «Latentes» y «Apego y crianza». Junto a Sofia Chas crearon la colección de «Cuentos para Crecer» con el objetivo de brindar herramientas a padres y ayudar a los chicos en distintos temas de los primeros años de vida.
Marichu nos cuenta en esta entrevista que nuestros papás sí nos criaron con empatía, pero quizás solo hasta los dos años. A nadie se le ocurre no ser empático con un bebé, pero después la vida se complica con los trabajos y las ocupaciones y parece que ya no hay más tiempo para acompañar empáticamente.
Ponerme en sus zapatos
No se trata de cambiar sino de recordar lo que sí hicimos hasta los dos años de forma natural. Ante cualquier situación de convivencia, «mi hijo me llama tonta», si me paro en sus zapatos y trato de entender por qué me dijo tonta «quizás porque le saqué de la bañera porque se enfrió el agua», aunque lo saco del agua porque no puedo permitir que siga en el agua fría, lo hago pero transmitiendo que «vale lo que sientes» . Si miramos el mundo como lo mira un niño aunque sea quince segundos, las respuestas ya cambian.
Los chicos se tienen que fortalecer, hay que acompañarlos en el dolor, pero se puede hacer todo amorosamente, «ojalá pudieras ir a correr debajo de la lluvia, en verano sí podrás pero ahora no porque estuviste enferma»
Sobreproteger no es mejor que ser autoritario
Educamos desde el cerebro racional
Las neurociencias nos han enseñado mucho sobre el funcionamiento del cerebro, cuando la conducta de mi hijo me hace sentir atrapada, vuelvo a mis cuatro años cuando yo tenía un comportamiento parecido y respondemos como lo hacían mis papás conmigo. Cuando le contesto mal le contesto desde mi cerebro primitivo, mi hija deja de ser mi hija y se convierte en un león que me quiere comer, para que la corteza pueda actuar necesita oxígeno y para eso necesito respirar.
Los padres con heridas emocionales tienden a repetir su historia. «Repetimos para no recordar por eso es importante recordar para no repetir», a veces el papá que contesta mal está olvidando lo que él sintió de niño, ser consciente de esto nos ayuda a educar de forma más justa.
En la adolescencia también con empatía
Los adolescentes tienen que perder el caparazón de la infancia que les da seguridad, «la langosta pierde el caparazón para pasar a la adolescencia». Cuando un niño adolescente puede hablar de lo que le pasa, no va a tener tantas conductas adictivas. Si les educamos para que hablen de lo que les sucede, no van a necesitar buscar algo que les de seguridad como prender un cigarrillo cuando tienen que hablar con la persona que les gusta. Criar con empatía es facilitar que lleguen a la adolescencia con recursos.
Nuestros niños son nuestros rehenes porque no pueden ir a otro lado, están atrapados sin salida, es muy importante respetarlos, nuestros padres nos enseñaron a respetar pidiendo que respetásemos pero hoy sabemos que los niños aprenden a respetar siendo respetados. Un niño respetado, va a respetar que no significa dejar que hagan lo que quieran.
Los tres cambios que Marichu propone si fuera Ministra de educación son: que uno de los dos padres pudiera pasar los dos primeros años con sus hijos, que hubiera escuelas de padres y revisar el sistema educativo.
Mas información sobre Marichu:
Web:https://www.maritchuseitunpsi.com/
Instagram: @maritchuseitun
"Los niños crecen en la mirada enamorada de sus padres para que el niño
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