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¿Por qué lloras si no te duele nada?

“¿Por qué lloras? ¿Te duele algo? Si no te duele nada, no tienes que llorar”

Los adultos más importantes de sus vidas les dicen por qué si y por qué no pueden llorar

Ayer escuchaba esta frase, lo he dicho varias veces, parece que tengo un radar y atraigo aquellas frases que me pitan los oídos. Sobre todo me impacta la naturalidad con las que las decimos. Se dicen desde la calma, con toda la tranquilidad del mundo, intentando razonar con al niño o niña en cuestión, mirándole fijamente a los ojos,  intentando darle una lección de vida importante, como si estuviéramos explicando algo que no saben y que al parecer les tenemos que enseñar. El discurso suele ser algo así, “Mira hijo/a, te voy a enseñar algo muy importante para el resto de tu vida, para llorar hay que tener motivos importantes, no se llora por tonterías y yo te voy a enumerar la lista de motivos razonables por los que puedes llorar. Uno, si hay sangre, dos si fallece alguien y tres si te duele algo. El resto de motivos carecen de importancia como para expresarlos llorando”. ¿Verdad que suena extraño este discurso?  Pues lo estamos enviando a nuestros niños y niñas cada día, de distintas personas de referencia para ellos, un abuelo o abuela, sus tíos, un docente, etc, es decir, los adultos más importantes de sus vidas les dicen por qué si y por qué no pueden llorar.

Los referentes en la vida de un niño o niña

El padre o la madre, los abuelos paternos o maternos, el profesor o profesora o cualquier otro adulto que se va vinculando afectivamente con un niño a través de los cuidados diarios, se va convirtiendo en un referente importante, quién tiene la razón en muchas ocasiones, quién dice cómo son las cosas, quién dirige el camino y quién pone los horarios y las normas. Está bien, los niños necesitan referencias y referentes y si los tienen crecerán sintiéndose seguros, sabiendo cómo son las cosas y cómo hay que comportarse en los distintos espacios, por qué en un funeral aunque tengas ganas de reír es conveniente regular un poco la emoción para ajustarnos al ambiente de recogimiento de la sala o por qué si te hacen un regalo que no te gusta no debes despreciarlo abiertamente para no herir los sentimientos de la persona que seguramente lo haya escogido pensando que te gustaría.

Un referente en la vida de un niño o niña es muy importante para educar en las habilidades socioemocionales y ya sabemos que si éste falta y no hay quién lo sustituya, estas habilidades sociales pueden brillar por su ausencia. Un niño que no pide algo con respeto o lo coge como si fuera suyo, que no sabe esperar un turno de palabra, que se adelanta en una cola de supermercado, que habla muy alto en una sala de espera, que no saluda, que no mira a los ojos, etc. puede tener muchos problemas para relacionarse con las personas de su entorno porque al generar mal estar, le devuelven malestar y gestionar el enfrentamiento cuando ya ha surgido no es nada fácil.  Tan importante es este referente para enseñar las habilidades sociales que nos permiten relacionarnos, como un referente que nos dice cómo manejar las emociones que sentimos y es aquí donde si el referente considera que para llorar hay que tener un motivo importante, seguramente influirá en la expresión emocional de los niños en desarrollo.

Con lo guapa que es esta chica y lo fea que se pone llorando

Esta es otra de las “super frases” que he oído en más de una ocasión, ¿que tiene que ver la belleza en este cuento? y me pregunto, si las niñas se ponen feas, ¿los niños también se ponen feos? o ¿llorar es una cuestión de genero? Es posible que lo fuera en otra época y que de allí nos vienen este tipo de creencias que debemos ir desechando. Cuando un niño ríe no se nos ocurre decirle, ¡pero que guapo está este niño cuando se ríe! Más bien les miramos, les disfrutamos, nos reíamos con ellos, nos gusta verles así y hasta lo comentamos para que otros disfruten ese momento también, ¡mira como se ríe el chiquillo! ¡Que gusto da verles así!

Cuando no sepas que decir, no digas nada

¿Te ha pasado alguna vez subir en un ascensor con un vecino y no saber que decir? Hay quien después de tener esta experiencia opta por subir por la escalera, hablar del tiempo o simplemente mirar hacía abajo, desde que tenemos móviles también podemos distraernos mirando algo, lo que sea. Estos silencios tan incómodos también los vivimos con las personas, cuando vemos a alguien llorar no sabemos que decirles y si decimos algo podemos ser muy insensibles solo por no saber gestionar lo incomodo de un silencia. A una mujer que acaba de tener un aborto le han llegado a decir, ¡no te preocupes, ya tendrás otro!, a una persona que acaba de separarse le han llegado a decir, ¡no sufras, ya te volverás a enamorar! o a una persona que se ha quedado en el paro le han llegado a decir, ¡seguro que encuentras otro trabajo, tu tranquilo!. ¿Tranquilo, que no me preocupe, que no sufra? Que frases tan poco apropiadas, ¿verdad? Cómo nos cuesta saber que decir y realmente es muy sencillo, puedes ser honesto y limitarte a estar, a mirar, a acompañar y si eres de los que necesitas hablar, puedes decir simplemente ¡Siento lo que te ha sucedido, de verdad, no se qué decirte en estos momentos!

Leticia Garcés Larrea

Leticia Garcés Larrea

Pedagoga por la Universidad de Navarra (2009). Integradora Social (2002). Postgrado en Educación Emocional y Bienestar en la Universidad de Barcelona (2016). Máster en Inteligencia Emocional (2017) y estudios de Neuroeducación (2018) en la UNED de Madrid. Psicología Positiva en el Instituto Europeo de Psicología Positiva (2019). Diplomado de Educación Emocional, Liderazgo y Bases del Coaching para el Desarrollo Integral en la Fundación Liderazgo Chile (2022).
En 2010 fundó el centro de orientación familiar Padres Formados, desde donde asesora a familias en crianza positiva e imparte formación a familias y profesionales en temas relacionados con la Educación Emocional y la Parentalidad Positiva, tanto presencial como online, a nivel nacional e internacional (Colombia y México entre otros países). También organiza eventos de Educación Emocional desde 2012 en Navarra (España).
Ha sido profesora en la Escuela de Inteligencia Emocional de la UNED Vitoria-Gasteiz, también en UNED TUDELA y profesora en el «Experto Universitario en Inteligencia Emocional » de la UNIR (La Universidad Internacional de La Rioja). Vivió y trabajó en centros de menores en Guatemala y coordinó proyectos de cooperación y educación (2002-2007). Es coautora de los cuentos y del disco “Emociónate” (2014), autora del libro “Padres Formados, hijos educados” (2017), de la guía descargable “Educar sin miedo” (2018) y del cuento «Dragombolo saca el bolo» (2020) para la gestión de la frustración.También es impulsora la campaña de sensibilización «Educar sin Miedo»