Me veo en la necesidad no se si en la obligación, pero si necesito poner por escrito que los “regalos son para los niños, no para los niños buenos”. Ahora que han pasado unos días de fiestas familiares quiero compartir una reflexión antes de la noche de reyes. Os comparto una de las cartas que se entregaron al Olentzero, Papa Noel según la costumbre de cada cual, para que analicemos el tipo de plantilla de carta que puede llegar a nuestras manos sin ser conscientes del trasfondo que tiene. En la carta hay cuatro caritas diferentes donde hay que especificar si te has portado muy bien, bien, más o menos o mal, a todo esto hay un dibujo de un ángel y un demonio representando los dos extremos. Mi reflexión va encaminado a que nos cuestionemos la creencia de tener que rendir cuentas de nuestro comportamiento a otra persona para ser merecedores de un regalo, en este caso a un personaje navideño. Hay padres y madres que no participan de esta ilusión generalizada, lo consideran en sí mismo una mentira de la que no quieren participar, en este post no quiero poner sobre la mesa este debate, sino hablar de quien sí participa. Quien decide escribir una carta ¿podría hacerlo sin calificar su comportamiento como buena o mala? Y por otra parte me pregunto, ¿que necesidad hay de utilizar una fiesta donde hay tanta ilusión para manipular y condicionar el comportamiento de un niño o niña?¿Podríamos separar la fiesta del comportamiento que deseamos que tengan? Si está norma se aplicará a los adultos, muchos nos quedaríamos sin regalo, ¿no creen?
Los regalos son para los niños, no para los niños buenos
Las navidades son para disfrutar y estar en familia también
Las navidades las relacionamos con villancicos, turrón, encuentros familiares y regalos. Cada uno las vive a su manera y aunque hay quien las espera con mucha ilusión, hay quien también quiere que pasen rápido, faltan personas en la cena de navidad, añoramos encuentros pasados o cómo nos sentíamos en épocas anteriores. Los recuerdos afloran pero también se generan nuevos recuerdos, lo que vivimos hoy son los recuerdos del mañana. Estos días he oído el siguiente chiste, “¿En Navidad que vas a hacer, disfrutar o estar con la familia?” la profundidad de este comentario “gracioso” no es ninguna broma y sonaría muy diferente cambiando una letra por otra, poniendo la letra “y” en lugar de una “o” porque en estos días y el resto del año, se pueden hacer las dos cosas, “disfrutar y también estar con la familia” aunque para hacerlo y gestionar las posibles discusiones que pueden surgir por el simple hecho de pasar más tiempo juntos, tengamos que practicar la educación emocional que estamos aprendiendo.
Lo que vivimos hoy generan los recuerdos de mañana
Es posible que surjan muchas emociones estos días, no solo añoramos a personas que ya no están entre nosotros, también tenemos que estar con personas con las que igual no estamos tan cómodos y aún así hay que esforzarse por compartir tiempo porque como sabemos, los amigos se eligen pero la familia no. Con algunas personas las conversaciones fluyen con naturalidad, surge la risa y se contagia el buen humor, con otras sin embargo no se encuentran temas en común o hay que hablar de temas de poco interés para uno solo por compartir una velada agradable. En cualquier caso, las decisiones que tomamos hoy, cómo abordamos una situación, cómo respondemos a un comentario que nos haya podido sentar mal aunque esa no haya sido la intención o cómo nos sentimos entre personas con las que tenemos que estar aunque no no sea lo que más nos apetezca, generan los recuerdos del mañana.
¿Quieres tener razón o ser feliz?
Me gusta mucho esta frase porque en estas fechas donde los encuentros familiares puede que abunden más que de normal o por lo menos las sobremesas puede que se alarguen más que en nuestra rutina, nos lleva a pasar más tiempo juntos y surgen más conversaciones, todos tenemos claro de qué no hablar, política y religión y es posible que evitemos entrar en temas de enfrentamiento por no saber argumentar nuestras ideas y querer tener la razón. Demostrar nuestras razones puede ser la tendencia de algunas personas, hay que tener grandes dotes comunicativos para mantener la comunicación asertiva a flote porque de lo contrario o imponemos nuestras ideas o dejamos que otras personas impongan las suyas por no querer debatir, ¡que pereza da a veces! En cualquier caso, quisiera resaltar que si lo que hoy vivimos genera los recuerdos de mañana, podemos decidir argumentar nuestras razones sin querer tener la razón y quizás así estar con la familia sea una oportunidad más para practicar la comunicación no violenta y asertiva y disfrutar del tiempo que compartimos.
A modo de conclusión, voy a dar unidad a las cuatro reflexiones que he planteado, las navidades son una época del año donde se generan muchos encuentros familiares que no siempre disfrutamos como nos gustaría porque compartir más tiempo juntos, nos relacionamos más y la comunicación asertiva a veces brilla por su ausencia. En la medida que seamos conscientes de que muchos de los problemas que surgen entre nosotros tienen que ver con el tipo de comunicación que empleamos, empezaremos a generar los recuerdos felices del futuro y este aumento de conciencia nos llevará a darnos cuenta que muchas de las cosas que decimos a los niños y a las niñas en estas fechas como que los regalos son para los niños buenos y el carbón para los niños malos dejaran de cobrar sentido para nosotros porque aunque así haya sido durante nuestra infancia, podemos decidir cómo queremos que sea para nuestros hijos e hijas.