Quizás hayas oído incluso dicho alguna vez una frase como esta o similar, yo las he oído ya varías veces y si las he dicho alguna vez no me acuerdo, pero lo cierto es que una frase compuesta por ocho palabras tiene mucha miga, sobre todo porque si le quitáramos las últimas dos palabras sería mucho más respetuoso.
¿Qué le quiere decir aquí el adulto a su hijo? Varías cosas. Que se limpie la cara pero no en la camiseta que luego hay que lavarla y ciertas manchas no se van, que sea consciente de lo importante de estar limpio, que tenga cuidado al comer para hacerlo sin marcharse demasiado,etc. Por supuesto que es necesario que les queramos enseñar a nuestros hijos e hijas unos hábitos de higiene, de cuidado personal, del uso de los objetos, a poner conciencia en las consecuencias de ciertas acciones y que todo esto lo hagamos expresando cómo nos afecta a nosotros/as ciertas acciones, “si tu no cuidas tu ropa, a mi me toca lavar más”. Pero la reflexión que os invito a hacer es si la primera parte de la frase, compuesta por seis palabras, “no te limpies en la camiseta” sería suficiente para enseñar los cuidados higiénicos personales que queremos que aprendan.
¿Es necesario etiquetar un comportamiento para enseñar algo?
Donde me interesa que hagamos hincapié es en la dos última palabras, “so guarro” porque no aportan nada al mensaje que queremos transmitir, no enseñan nada positiva y generan una gran confusión, “para mi madre o padre soy así”. Es cierto que al cabo del día, hacemos y decimos muchas cosas, también decimos que les queremos, que nos encanta algo que han hecho y les transmitimos todo el cariño que sentimos hacía ellos de muchas y muy diferentes maneras y entre tanto cariño una frase como esta puede pasar desapercibida, si, es posible, pero de verdad no me imagino yo diciéndole a un o una compañera de trabajo “so guarro”, con lo cual, ¿por qué me lo tengo que permitir con uno de mis hijos?
¿En lugar de etiquetar, que puedo decir?
Esas dos últimas palabras en realidad lo que quieren transmitir es cómo me siento yo, cómo me sienta a mi, lo poco que me gusta esa acción o cuanto me afecta a mi, por lo tanto, os propongo sustituir esas dos palabras, por otras frases, “No te limpies en la camiseta que…”:
- Esa mancha no sale tan fácil
- No me gusta que vayas sucio
- Límpiate en esta servilleta
- Pon atención donde te estas limpiando
- La camiseta no es una servilleta
- Lo has hecho sin darte cuenta, pero te has manchado la ropa
- Por favor, ten cuidado de donde te limpias…
Estas frases nos permiten igualmente dar salida a la emoción propia, pero poniendo el foco en la necesidad de reforzar el habito de higiene, sin creer que a acción de limpiarse en la camiseta es un motivo de enfado que justifica la comunicación violenta que utilizamos a la hora de expresarnos