Una de las grandes preocupaciones de muchas familias es qué hacer cuando sus hijos no quieren estudiar, no sienten motivación, o incluso cuando estudian pero lo hacen sin organización. A menudo, los adolescentes sienten que lo único realmente importante para ellos es socializar, estar con sus amigos y vivir el presente. Para madres y padres, esta situación puede generar angustia, dudas e incluso frustración.
Pero acompañarles no significa presionar sin sentido. Acompañar es mirar con empatía, sostener, comprender su etapa, y al mismo tiempo ayudarles a cumplir unos mínimos que son importantes para su propio futuro.
Cuando tu hijo no quiere estudiar: cómo acompañar sin perder la calma
A veces no es cuestión de buscar el discurso perfecto, sino de encontrar palabras que conecten, validando lo que sienten, mostrando comprensión y dejando claro que seguimos a su lado:
“Hija, sé que estudiar no te gusta y que no te motivan las materias. Quiero ayudarte a organizarte para lograr, por lo menos, que apruebes las asignaturas…”
“Hijo, sé que ahora mismo tienes otros intereses y está bien, estás creciendo. Insisto porque no quiero que la desmotivación te arrastre…”
“Hija, en lo que descubres qué te gusta, tienes que hacer un esfuerzo para no perder el ritmo…”
“Hija, yo no sé qué más hacer por ti. Me siento mal por no saber cómo ayudarte… dame una pista, por favor.”
“Hija, sé que te parece injusto, que no estás de acuerdo y que sientes mucha rabia. Aunque tienes razón, mantener esa actitud solo te perjudica a ti…”
“Hijo, no te veo estudiar, no te veo organizarte, no te veo trabajar. Tengo que preguntarte: ¿cómo llevas la organización de tu estudio?”
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Hay adolescentes que no encuentran la motivación para estudiar porque no tienen claro qué les gusta, qué quieren para el futuro o quiénes son en este momento. Y eso es normal: están en construcción.
Por eso:
🔸 Cuando no existe motivación intrínseca, necesitan ayuda para cumplir con los mínimos que les benefician directamente a ellos.
🔸 Cuando su presente no les permite imaginar su futuro, las familias deben ser comprensivas, pero sin permitir que pierdan oportunidades importantes.
🔸 La desmotivación puede generar rabia, frustración o tristeza. En cualquier caso, muchos adolescentes se sienten perdidos, aunque no lo digan.
🔸 A veces a los adultos solo nos queda expresar nuestra frustración, pero no para reprochar, sino para pedirles ayuda y mejorar la comunicación.
🔸 Otras veces necesitamos combinar empatía y límites, validando lo que sienten y pidiéndoles un cambio de actitud.
Nuestro rol como madres, padres y guías
Como referentes, nuestra labor no es solucionarles todo, sino supervisar, acompañar y confrontar desde lo que observamos, para que ellos mismos tomen conciencia de cómo están gestionando su estudio y su responsabilidad.
No se trata de controlar, sino de mirar con amor y firmeza, de decir:
“Estoy aquí, te veo, te escucho y quiero ayudarte a avanzar.”
Acompañar su proceso educativo no es sencillo, pero sí es una oportunidad maravillosa para fortalecer la relación, construir confianza y enseñarles que el esfuerzo, aunque no siempre guste, también forma parte de la vida.


